1. Profundo respeto y compromiso con las personas y con los proyectos. Escuchar a las personas, aportar análisis y percepciones, siempre respetando el sentido del proyecto y la visión de la persona.
2. Honestidad generadora de equilibrio de las relaciones interpersonales, fuente de productividad y base sólida de la responsabilidad que supone trabajar con y para las personas.
3. Pasión y entusiasmo, generar valor, hacer propuestas, aportar ideas y llevar a cabo acciones motivantes… sentir las neuronas en interacción. «Cuanto más me gusta lo que hago, menos lo llamo trabajo».
4. Visión integral y sistémica: al abordar cada proyecto me acompaña una pregunta a modo de brújula: ¿para qué lo hacemos? ¿cuál es el sentido final?; esta pregunta me recuerda mantener la visión del largo plazo así como ser consciente de la influencia de un elemento sobre otros, es decir, de la teoría de sistemas.
5. Calidad integradora: además de conseguir los propósitos que la persona o el proyecto requiere, calidad significa para mi, que todos aquellos que intervienen y se ven afectados por alguna acción se sientan parte de la misma.
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